Castigo de Carme Chaparro

Reseña sin spoilers

El arranque de Castigo es de los que te dejan con la boca abierta: Nines abre su regalo de cumpleaños y se encuentra la oreja de su hijo dentro de una caja. Con eso, Carme Chaparro te engancha de inmediato y piensas: “aquí se viene thriller del bueno”.

Y sí, la tensión está ahí, los giros también, pero pronto la novela empieza a entretenerse demasiado en las vidas privadas de los protagonistas. A ratos parece que estamos más en una sobremesa familiar que en la investigación de un crimen. Ese exceso de información personal corta el ritmo, justo cuando lo que quieres es seguir tirando del hilo del misterio.

“El arranque es brutal: una madre recibe la oreja de su hijo como regalo de cumpleaños… y ya no puedes soltar el libro.”

Lo que salva la lectura son los temas que Chaparro pone sobre la mesa: maternidad, traumas de la infancia, homofobia, la manera en que los medios convierten el dolor ajeno en espectáculo. Ahí está lo más potente, cuando el thriller se mezcla con una mirada crítica a la sociedad.

El final, en cambio, se resuelve demasiado deprisa. Da la sensación de que todo estaba preparado para dejar la puerta abierta a la siguiente entrega más que para sorprender. Y eso, después de un inicio tan bestia, sabe a poco.

¿Entretenido? Sí. ¿Adictivo a ratos? También. Pero Castigo me ha dejado con la sensación de que podía haber sido mucho más de lo que al final se atreve a ser.

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